jueves, 23 de abril de 2009

Ante todo, no se hable de religión en esta nota.

Quiero escribir de cuando era misionero, a mis 15 o 16 años.
En mis segundas de mis tres msiones, la fraternidad estaba pasando navidad en un pueblito muy pequeño en la sierra de Iturbide que se llama Santa Rosa, dormíamos en la escuelita del pueblo, que eran solo dos salones.
Una noche me quede despierto como hasta las 3 am y estába yo solo afuera del salón, recargado en la puerta cerrada tras de la cual todos mis fraternos dormían.
Y pues veía el cielo (que en el campo se sabe que es extremadamente estrellado, una cosa hermosa) cuando de pronto pasó la estrella fugaz más grande que he visto en mi vida, era casi del tamaño de la luna, por menos de un segundo se hizo de día, dejo una estela que duró como 5 segundos más.
Yo me quede ahí, presa de una epifanía.
Desde entonces he tenido la sensación encontrada de lamentar no haber compartido eso con nadie y el placer de haber estado ahí solo, al borde del nirvana.

1 comentario: