El sexo es una lucha contra la soledad, el encuentro furtivo de dos cuerpos que a fuerza de empujones y estirones intentar trascender el espacio y ser un ente indivisible.
Todas las noches durante el orgasmo, él (yo) se aferraba a sus muslos, escondía su cara entre el cuello de ella y ahí el gemido encontraba un lugar para encallar. Ella lo apretaba entre sus piernas, arañando su (mi) espalda abría tensa la boca y dejaba escapar gritos húmedos.
Pero todo se iba apenas llegaba, al momento de la victoria devenía la fuga, el extasis conspiraba contra ambos y cada uno volvía a su lado de la cama con las manos vacías.
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Eso aburre a cualquiera.
Somo tan tibios
Hace 12 años
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