viernes, 3 de abril de 2009

Dorothy voló!

Vengo directito de ver Twister, película noventera que veo como cada 2 años y que siempre disfruto mucho. A pesar de esto no vengo a contarles sobre la vez que vi Twister en el cine, sino de la vez en que vi un tornado en el racho de mi abuelo.

Tendría yo unos 10 ó 11 años cuando veía televisión y alguien gritó que había un tornado en la labor y todos los primos chiquillos corrimos a ver.
Estaba como a poquito más de medio kilometro de distancia, donde terminaba la labor precisamente, obviamente no era como el tornado regordete y nada simpático que al final se quiere devorar a Bill Paxton y a Helen Hunt y los corretea por un granja. Era más bien uno delgadito y modesto, humilde y aunque alto, no llegaba hasta el firmamento como esos señores tornado que acabo de ver en la película.
Sin embargo, a pesar de la distancia, que les digo que estaba entre medio y un kilometro, habia hojas y ramas revolotendo por nuestros pies, las gallinas andaban todas locas, los perros estaban abajo de las camionetas y al menos yo si sentía que el aire me empujaba para atrás bien cañon.

Después de unos 2 o 3 minutos se fue como llegó. En aquel entonces me guardé el comentario, pero a mi me hubiera gustado correr a la noria y amarrarme con una correa para que el tornado me pasara por encima y poder ver su interior, así como le hicieron Bill Paxton y Helen Hunt, suertudotes ellos.

Creo que las veces que he visto a la naturaleza en su actitud mas valemadrista ha sido en el rancho de mi abuelo, otro día les cuento de una tormenta en la que pense que se iba a acabar el mundo.

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